martes, noviembre 27, 2007

Cuando sea grande quiero ser azafata


Como corolario de mi viaje a Madryn, del cual ya sólo me quedan los buenos recuerdos, me quedé reflexionando sobre las azafatas.
Siendo un poco más abarcativa, diría que cuando en la antigüedad los hombres (y las mujeres,para que este post sea políticamente correcto), soñaban con volar no creo que imaginaran algo parecido a la aviación comercial.
Vuelos demorados, vuelos cancelados, equipajes extraviados, pasajes sobrevendidos...
Pero supongamos que logramos embarcar (¿o enavionar?), encontrar nuestro asiento, acomodar precariamente nuestro bolso en tre nuestras piernas y nos encontramos con las azafatas.

En parte, les admiro el arte de mantener una expresión de soberbia y aburrimiento sin llegar a parecer abiertamente groseras. Ese tono de voz bajo y monótono, ese caminar de reinas hastiadas, esa actitud corporal que tan bien transmite "ni se te ocurra molestarme". Pero claro, el dominio de ese arte les permite transmitir el desagrado que les inspira tratar a los pasajeros sin hacer nada tan directo que pudiera ser motivo de queja. Si una camarera de un restaurant nos atendiera así, no le dejaríamos ni un peso de propina.

Tampoco sé muy bien que les pasa. ¿Será que cuando eran chicas querían ser azafatas porque les parecía glamoroso y después se dieron cuenta de que repartir bandejas con comida plástica y repetir 158731 veces las instrucciones de cómo usar una mascarilla no era lo que ellas pensaban?

Vaya uno a saber. En su inaccesibilidad está su misterio.

jueves, noviembre 22, 2007

¡Che papusa, oí! (learn Spanish)



Como el ingenio humano es infinito, me llegó información sobre un método para aprender español a través del tango.
Si el método es bueno o malo no tengo idea, pero me parece una manera un poco retorcida de aprender el idioma. Me gustaría advertirle a los interesados que el lenguaje del tango es el que se hablaba en los años 40, y que si llegan a Buenos Aires y dicen cosas como:

Sos barrio del gotán y la pebeta, el corazón del arrabal porteño, cuna del malandrín y del poeta,
Yo me hice allí de corazón malevo porque enterré mi juventud inquieta junto al umbral en el que la pebeta ya no me espera pa' chamuyar.

regio faroleo brillanteril
volvés otario al vivo y al reo gil.

Ahura, tanto me asusta una mina, que si en la calle me afila me pongo al lao del botón.

Cualquier persona menor de 40-50 años a la que se dirijan, va a entender menos que si le hablaran en su lengua natal. O van a pensar que un malevo de los 4o fue trasladado misteriosamente al siglo XXI. Me parece que los métodos tradicionales deben ser más efectivos.

sábado, noviembre 17, 2007

Ya estoy de vuelta


Ya estoy de vuelta. De vuelta de Puerto Madryn, pero también de vuelta de una monografía que estuve escribiendo últimamente, y me llevó mucho más tiempo que el viaje.
Sucedió que en marzo encontré un curso anual sobre tema profesional interesante. Me entusiasmé.
-Es nada más que un viernes completo una vez por mes. Justo el día que no trabajo. No hay problema-me engaño. Olvido que si bien el viernes no trabajo, justamente está lleno de actividades que hago ese día porque...no trabajo.
Leo palabras como "examen final" y "monografía". Mi cerebro se pone en blanco. No importa, falta mucho tiempo. Ya veré. Pero el tiempo pasa y además ponernos viejos como dice Pablo Milanés, llega el momento de ocuparse de la monografía.

Ya en el curso, cuando repartieron los temas de las monografías, se explicó que cada tema se podía hacer en forma individual o con otro compañero. Por supuesto, que mi intención era hacerla sola. Años de "trabajos en equipo" durante mi educación formal, me demostraron que a la larga es más fácil. El aporte del equipo suele ser que uno trabaja y los demás miran, y lo peor ¡molestan!. Como decía, cuando se dieron los temas, una colega que acaba de conocer, me preguntó si quería que la hiciéramos juntas. Tenía mis reservas. Lo poco que sabía de ella era que tenía hijas con edades similares a las mías. A simple vista, parecía una persona normal. Me dió vergüenza decirle que no. Le respondí que por-supuesto-encantada. Fue un error.

Cuando le pedí el email, me dió el de su marido. Dió a entender que el lo abría con más regularidad y que era mejor que le escribiera ahí.
Con el tiempo descubrí que:
  • El marido tampoco abría el correo. Si lo hacía, no le avisaba que tenía un email. Si le hacía, ella no los leía. Vía muerta.
  • Ante mi insistencia de que leyera lo que le mandaba (efectivamente, yo estaba escribiendo la monografía sola), me encontré con que ella "no sabe usar la computadora". La culpa es mía por no querer atravesar toda la ciudad para reunirnos todos los fines de semana durante meses, escribir a mano el trabajo y mandarlo a pasar. Esto me suena. Yo lo hice...en 1991.
  • Candorosamente escribí la monografía en un documento de Google para que estuviera online y ella pudiera ir viéndolo en tiempo real, modificando o poniendo comentarios en lo que le parecía. Nunca pasé de las palabras "mirá que te mandé una invitación para que puedas ver la monografía desde tu casa".
  • Mi compañera tampoco sabía escribir con el teclado de la computadora. Le llevaba mucho tiempo. No como a mí que la PC me lee las ondas cerebrales y lo digitaliza al instante. ¡La p... que te p...! ¡A todos nos lleva mucho tiempo escribir un texto!
  • Como insistía en colaborar ¿? le dije que hiciera un tema corto. Le mandé la bibliografía (porque yo sé hacer algo re-mágico que es buscarla en las bases de datos en Internet y hasta mandar mails a gente que está en ese tema para pedirles sugerencias de bibliografía. Basta de aplaudirme. Soy modesta por naturaleza) , y recibí algo asombroso. Nunca creí que un médico podía escribir algo tan pobre y con tantos errores de ortografía y tipeo.
  • Resultó que la mierda que me mandó la había hecho el marido (también ginecólogo). La conminé a que me lo devolviera corregido y con algunas detalles agregados. Por ej, las referencias bibliográficas.
  • Cuando le comenté que le faltaban muchas tildes Según ella, lo había leído y no estaba mal. En tono contenido le expliqué que los acentos no son cuestión de opinión. Casi le recito "van con tilde las palabras agudas que terminan...", pero me contuve.
  • Finalmente, conseguí que me enviara una versión bastante mejorada con respecto al original. Y...¡POR EMAIL! Díganme si no terminé haciendo una obra de bien. Le enseñé a usar el email a una médica de 45 años.
Ya mandé la monografía a la tutora y me contestó que está muy bien. Además cumplí una buena misión en el Universo. No se puede pedir más.

miércoles, noviembre 07, 2007

En la Patagonia

Seguramente toda la comunidad blogger me está extrañando muchísimo y preguntándose porque no actualizo mi blog. (Es una muestra de cortesía decir claro, claro...). Sucede que los privé por unos días del placer de leerme porque están naciendo los primeros pingüinos en Punta Tombo y las ballenas y los elefantes marinos tienen que ocuparse de sus crías. Y, claro me necesitaban para supervisar que todo estuviera saliendo bien :-))))



Elefante (elefanta, supongo) y elefantitos marinos



Estancia La Elvira


Punta Tombo



En Ecocentro, un estanque donde conviven anémonas, lechugas de mar, cangrejos, estrellas de mar, recrea una posa de marea.



Mamá ballena (4 toneladas) y bebito (1500 kg) juegan en la proa de nuestra lancha.