miércoles, junio 28, 2006

EL VITRAL Y EL VIDRIO DE VENTANA

Con respecto a los comentarios sobre "Travesuras de la niña mala" y si la facilidad de su lectura lo hacía mejor o peor novela, me acordé de un excelente ensayo sobre el tema de Asimov. Está en "Sobre la ciencia ficción".

EL VITRAL Y EL VIDRIO DE VENTANA

Siempre he sido renuente a dar opiniones argumentadas sobre historias particulares porque no confío en mi habilidad para reconocer lo que es bueno, lo que es malo y por qué. Aun así no puedo dejar de tener ciertas ideas sobre el oficio de escribir acumuladas a lo largo de mi carrera, y una de ellas está ligada a una metáfora que oí por primera vez en boca de mi buen amigo Jay Kay, infatigable fotógrafo de la ciencia ficción. Parece que hay dos maneras de escribir ficción. En una de ellas, uno presta más atención al lenguaje mismo que a los hechos que está describiendo. Uno ansía escribir con colorido, pintando un cuadro de la escena y el entorno de los hechos. Uno desea evocar en el lector un estado de ánimo que le haga posible sentir los hechos que tienen lugar de una manera más intensa que la que posibilitaría una simple enumeración de aquéllos. Esto no se logra fácilmente. Ha habido tantas frases coloridas que otros escritores emplearon frecuentemente en el pasado para evocar todo lo que uno quiera evocar que han terminado por gastarse hasta quedar secas. Han perdido toda capacidad de cumplir su función. A veces un solo uso en el pasado basta para anular una frase si ese uso es muy famoso por aparecer en Hamlet o en el Discurso de Gettysburg.El objetivo de ser brillante y evitar al mismo tiempo el cliché es difícil de alcanzar. A menudo hace falta pulir y repulir hasta conseguir que las cosas salgan correctamente. Si uno lo logra, ha escrito poéticamente. Ha escrito con estilo. Todos lo admiran; por lo menos todos los que pretenden tener buen gusto literario. Y sin embargo, aunque las frases puedan ser memorables, aunque su ritmo pueda ser grandioso, aunque los estados de ánimo puedan ser efectivamente evocados, puede ocurrir que la historia sea ligeramente difícil de entender. Escribir de esa manera es como construir un vitral maravilloso con trozos de vidrio de color. El resultado puede ser un espectáculo grandioso y digno de verse, pero si uno está interesado en ver lo que está pasando en la calle, va a serle difícil lograrlo mirando a través del vitral. Que no se me interprete mal. No es imprescindible que algo pueda entenderse en el acto. De hecho, cavilar sobre el vitral de una historia bien escrita y releerla puede, poco a poco, iluminarlo a uno. Uno puede llegar a encontrar todo tipo de simbolismos, y entenderla de mil maneras diferentes en diversos niveles. La satisfacción que uno puede sentir al lograr una comprensión profunda de algo no puede ser igualada por la “comprensión” superficial que se obtiene en un instante. Si uno tiene tiempo para eso. Reconozcámoslo, no todos tenemos tiempo para el ocio. Y aun cuando lo tengamos, hay muchas actividades que compiten por ese tiempo libre y puede ser que no nos sintamos capaces de gastar una parte con una obra literaria que nos exige un esfuerzo permanente de atención. Pero aun así querríamos leer una historia. ¿Qué podemos hacer? Hay también otra manera de escribir. En ésta, las palabras y las frases son elegidas no por su frescura o su novedad, o por su capacidad inesperada de evocar un estado de ánimo, sino simplemente por su capacidad de describir lo que está pasando sin interferir. Todo queda subordinado a la claridad. Es la clase de estilo en la que se prefiere la oración simple a las proposiciones subordinadas, la palabra familiar a la palabra rara, las palabras cortas a las largas. Esto no significa que no haya proposiciones subordinadas o palabras raras o largas. Lo que significa es que estos recursos son usados sólo cuando la claridad lo exige. A igualdad de condiciones, uno opta por lo directo, familiar, corto. El resultado es que uno puede ver con absoluta claridad lo que está pasando (si la redacción es manejada con suficiente soltura). Lo ideal es que uno ni siquiera se dé cuenta de que está redactando. Un escrito hecho así puede ser comparado al vidrio transparente de una ventana. Uno puede ver con exactitud lo que está pasando en la calle y no toma conciencia de que está el vidrio. Da la casualidad de que muchos críticos valoran sólo los vitrales. Están acostumbrados a alcanzar una comprensión que está más allá de la de los lectores menos experimentados (o fingen estarlo, porque si hay más escritores malos que buenos, también hay más críticas incompetentes que competentes) y se sienten incómodos si algo es demasiado claro o simple. Después de todo, si cualquiera puede entender una obra de arte ¿para qué hace falta un crítico? Puesto que el crítico corre el riesgo de quedarse sin trabajo (o, peor aún, sin su autoestima) cuando aparece un escrito tipo vidrio de ventana, su reacción habitual es la de desecharlo como “superficial”, “carente de estilo”, “falto de significación”, y algunos otros adjetivos cuidadosamente memorizados. En realidad, hasta podría parecer que ellos tienen razón. Si miramos primero un buen vitral y luego un buen vidrio de ventana, tendríamos que carecer totalmente de discernimiento para no ver que el primero es una obra de arte mientras que el segundo es tan sólo un objeto utilitario. Y sin embargo, ya en el tercer siglo antes de Cristo se hacían vitrales de gran valor artístico con vidrios de colores, mientras que la fabricación del vidrio de ventana sólo se logró acabadamente en el siglo diecisiete. En otras palabras, llevó dos mil años progresar desde el vidrio de colores con el que se hacían vitrales maravillosos hasta algo tan simple y “nimio” como el vidrio transparente, sin rayas, ni ondulaciones, ni burbujas. Qué extraño que algo tan “simple” sea tanto más difícil de fabricar que algo “artístico”.Y lo mismo ocurre en literatura. Si una historia está escrita muy artísticamente, muy poéticamente, muy estilísticamente, es fácil ver que fue difícil escribirla y que exigió una gran habilidad en su construcción. Pero si otra historia está escrita con tanta simplicidad y claridad que uno no repara en la redacción, esto no significa que no haya habido ningún tipo de problema al escribir, bien puede haber sido más difícil introducir claridad que introducir poesía. Hace falta mucho arte para crear algo que parezca desprovisto de arte. Conozco un escritor (sus iniciales son I. A. y mi relación con él es muy estrecha) al que le han dicho en numerosas ocasiones: “Yo no sé si usted es un escritor exactamente, pero sabe usted contar muy bien sus cuentos”. Los necios que dicen esto piensan que demuestran así su condescendencia, pero yo sonrío y me siento halagado, porque no es fácil contar bien un cuento. Si usted no lo cree, póngase a abordar personas al azar y pídales que le cuenten un cuento. Si lo hace por un período ininterrumpido de tan sólo tres horas puede ser que no recupere usted jamás su cordura. Escribir de tal manera que el estilo pase inadvertido, y que los hechos descritos entren en el cerebro como si uno mismo estuviera viviéndolos, es un arte muy difícil y necesario. A veces uno quiere ver lo que está pasando en la calle y aun la más pequeña imperfección en el vidrio de la ventana puede resultar un estorbo. Y a veces uno quiere leer una historia y verse llevado por los hechos rápida y suavemente, sin la menor imperfección de estilo que pueda recordarle a uno que uno está sólo leyendo y no viviendo. Bueno, supongamos entonces que tenemos dos historias: una tipo vitral y una tipo vidrio de ventana. No son directamente comparables, sin duda, pero supongamos que las dos (cada cual a su manera) son de igual calidad. En tal caso ¿cuál elegir? Si yo fuera el que elige, optaría siempre por el vidrio de ventana. Es lo que me gusta escribir y lo que me gusta leer.

Adivinen que es lo que yo pienso. Es fácil saberlo con sólo una pista. No me gusta la poesía ;-)

martes, junio 27, 2006

Diario íntimo

Miren lo que me mandó mi marido. Pero ¿qué me quiere decir con esto?

EL DIARIO DE ELLA
El domingo por la noche lo encontré raro.Habíamos quedado en encontrarnos en un bar para tomar una copa.Estuve toda la tarde de compras con unas amigas y pensé que era culpa mía porque llegué con un poco de retraso a mi cita, pero él no hizo ningún comentario.La conversación no era muy animada, así que le propuse ir a un lugar más íntimo para poder charlar más tranquilamente.
Fuimos a un restaurante y él se seguía portando de forma extraña.Estaba como ausente. Intenté que se animara y empecé a pensar si sería por culpa mía o por cualquier otra cosa.Le pregunté y me dijo que no tenía que ver conmigo.Pero no me quedé muy convencida.En el camino para casa, en el coche, le dije que lo quería mucho y él se limitó a pasarme el brazo por los hombros, sin contestarme.No sé cómo explicar su actitud, porque no me dijo que él también me quería, no dijo nada y yo estaba cada vez más preocupada.Llegamos por fin a casa y en ese momento pensé que quería dejarme.Por eso intenté hacerle hablar, pero encendió la tele y se puso a mirarla con aire distante, como haciéndome ver que todo había terminado entre nosotros.Por fin desistí y le dije que me iba a la cama.Más o menos diez minutos más tarde, él vino también y, para mi sorpresa, correspondió a mis caricias e hicimos el amor.Pero seguía teniendo un aire distraído.Después quise afrontar la situación, hablar con cuanto antes, pero se quedó dormido.Empecé a llorar y lloré hasta quedarme adormecida.Ya no sé qué hacer.Estoy casi segura de que sus pensamientos están con otra.Mi vida es un auténtico desastre

EL DIARIO DE ÉL
El domingo perdio River contra Boca.Al menos me eché un polvo ...

sábado, junio 24, 2006

Travesuras de la niña mala


Ricardo ve cumplido, a una edad muy temprana, el sueño que en su Lima natal alimentó desde que tenía uso de razón: vivir en París. Pero el rencuentro con un amor de adolescencia lo cambiará todo. La joven, inconformista, aventurera, pragmática e inquieta, lo arrastrará fuera del pequeño mundo de sus ambiciones.Testigos de épocas convulsas y florecientes en ciudades como Londres, París, Tokio o Madrid, que aquí son mucho más que escenarios, ambos personajes verán sus vidas entrelazarse sin llegar a coincidir del todo. Sin embargo, esta danza de encuentros y desencuentros hará crecer la intensidad del relato página a página hasta propiciar una verdadera fusión del lector con el universo emocional de los protagonistas.Creando una admirable tensión entre lo cómico y lo trágico, Mario Vargas Llosa juega con la realidad y la ficción para liberar una historia en la que el amor se nos muestra indefinible, dueño de mil caras, como la niña mala. Pasión y distancia, azar y destino, dolor y disfrute...

Yo no sé que tal será Vargas Llosa como político, pero ¡qué buen escritor es! Leí "Las travesuras de la niña mala" y me resultó fascinante. Si tienen oportunidad, no se lo pierdan.

viernes, junio 23, 2006

Las malas noticias venden más

Hecho que los medios, que son empresas con fines de lucro, conocen perfectamente. Parece que eso los autoriza a exagerar, deformar o sesgar los hechos. Como ejemplo trasparente tomo fragmentos de una nota de La Nación de hoy (el texto completo se puede ver en Crecieron 40% las violaciones.

En realidad, ya el título es tendencioso. Si se lee atentamente la nota lo que aumentó un 40% son las denuncias de violaciones. Por supuesto que el tema es muy complejo, pero siendo un delito de índole privada , que se "blanqueó" bastante en los últimos años, favoreciendo que se lo denuncie más, ¿Con qué derecho hacen una nota induciendo a pensar que "estamos cada vez peor" y dejando la sensación de que hay más violaciones que antes? ¿Quién lo sabe? ¿No es probable que todo haya sido siempre igual y que ahora se denuncie más? ¿Por qué incluyen que las denuncias aumentaron el forma sostenida desde el 2002 al 2004 como Cifras alarmantes? Quizás sólo signifique que los centros de atención a la víctima están funcionando mejor....

Pero, claro los medios tienen que llenarse con algo y si moviliza y angustia, mejor. Total , que importa ser un poquito tendenciosos...

¡No te escuch.....!

Lo bueno del teléfono celular es que te pueden ubicar en cualquier momento.
Lo malo del celular, es que te pueden ubicar en cualquier momento.

Uno atendió sin mirar el identificador de llamadas. O lo miró, pero el número no le dijo nada. O atendió con toda la mejor onda y se vió envuelto en una conversación indeseable.

Ayer, en medio de un caos en el consultorio, me llama una colega cuyo contacto es sinónimo de problemas. Se trata de una noble persona que hace caridad a costa de los demás. Sus llamadas son para que le consiga medicación (ya le dije que yo no las fabrico) o, peor para que vea alguna paciente urgente, sin turno y por supuesto gratis. Con una paciente en la camilla le dije que me llamara en 10 minutos. Luego tuve la primitiva reacción de apagar el celular un par de horas. Santo remedio. Sin embargo, cuando la vea me va a preguntar que me pasó. ¿Qué les parece algo así como?
  • Muchas veces no hay señal en ese lugar.
  • Justo tu llamado me descargó la batería.
  • No estaban bloqueadas las teclas y se apagó sin que me diera cuenta.
  • Lo tenía en vibrador (el mío no tiene esa función, pero, en fin)
Mi hija de 14 años sugiere "estoy entrando en un tunee........"

Mi marido, cuando lo engancha algún cliente plomo, empieza de hablar entrecortado, "no....te...es...cho...n..da" y cuelga. Lamentablemente para eso, se necesitan más dotes actorales de las que poseo.

Escucho sugerencias

domingo, junio 18, 2006

¿Qué es peor?

Alquimia dietética

Me imagino que ya deben conocer la paradójica transformación de los alimentos hipercalóricos en acalóricos dependiendo de su ubicación. Para decirlo en palabras sencillas cualquiera sabe que NO engorda comer:

  1. Del plato ajeno (ej, los ravioles con crema del plato de que está al lado pierden todas sus calorías durante el viaje hasta nuestra boca)
  2. Comer con culpa. Repetir "no debería estar comiendo esto" es casi como no comer.
  3. Galletitas rotas (las calorías estaban en la otra mitad)
  4. Lo que queda en la cuchara luego de servir. ¿Cómo sacamos lo que queda? ¿Lavándola, con una servilleta? Lo mejor es pasar la lengua.
  5. Todo lo sobrante. Todo lo que sirva para "emparejar" no engorda. Tajadas de torta, queso cortadas con cuidado y con fines estéticos son acalóricos.
  6. Lo que se come sin pensar. Por ej, el paquete de galletitas completo que nos bajamos mientras mirábamos la tele, al no quedar registrado en nuestra mente, tampoco queda registrado en nuestro cuerpo.
  7. Todo lo que se come luego de hacer alguna actividad física va a cuenta de los millones de calorías que seguramente gastamos en los 15 minutos en los caminamos en la cinta. La comida de los próximos 3 días es para compensar el esfuerzo.

sábado, junio 17, 2006

Transporte urbano

Una vive feliz en su casa (o no, pero eso es “off topic”), pero llega el momento en que tenés que salir. Ya sea que la heladera esté vacía, ya sea que tus hijos tengan que cumplir con la educación obligatoria o concurrir a piano, inglés, tenis, psicóloga, natación y otros, ya sea que tengas que ir a trabajar. Con respecto a este último punto, si bien es cierto que la plata del sueldo la podés retirar en cualquier cajero, me comentaron que si dejás de concurrir a tu lugar de trabajo, dejan de depositarte el sueldo. No sé si este fenómeno es causal o casual. Para no apartarnos tanto del tema lo podemos discutir en otro momento.

Entonces, para trasladarnos del punto A al punto Z, ¿qué opciones tenemos?

AUTO

Maneja otro
Opción prácticamente ideal. Sólo una salvedad, a veces cuesta imponerle al conductor tus gustos en materia de climatización, música (si de debe escuchar o no, y en caso afirmativo si debe ser la radio o un CD y qué radio y qué canciones de cual CD).En caso de disgusto, se puede buscar consuelo mirando por la ventanilla y viendo como el otro lidia con el tránsito. “Si, mi amor, sólo un asesino serial pudo haberte cerrado de esa manera”

Manejo yo
Acá la cosa se complica un poco porque los conductores de Buenos Aires son gente de mucha fe. La fe es algo en lo que uno cree firmemente, aunque no tenga ninguna base racional. Algunas de las creencias más difundidas son:

  • En la calle hay unas rayas pintadas. Algunas son blancas y punteadas, paralelas al cordón, otras de la misma dirección son dobles y amarillas. Otras rayas blancas más gruesas cruzan de esquina a esquina. Si se presta atención se pueden ver otros motivos. Como con las líneas de Nazca debemos preguntarnos su función. En este caso, afortunadamente conocemos la respuesta. Su fin es puramente decorativo. Si uno consulta la bibliografía el espacio entre 2 líneas se llama carril. Su función es bastante oscura. Por momentos algunos autos circulan por ellos, pero muchos conductores parecen entender que la línea blanca es para circular sobre ella. Esto permite entorpecer 2 carriles simultáneamente, no dejando avanzar y cerrando a los autos del carril donde el conductor, en un rapto de inspiración decidió meterse.
  • Es una pena que muchos autos vengan de fábrica sin luz de giro. Debe ser la razón por la cual muchos simplemente clavan los frenos y doblan.
  • Cuando alguien pone luz de giro para pedir paso, hay que acelerar para impedirle doblar o salir del carril. En realidad, no tiene intención de doblar. Sólo estaba jugando con la lucecita.
  • Los conductores nos comunicamos por telepatía. No hay que anunciar ninguna maniobra. Los demás sabrán telepáticamente lo que vamos a hacer. Por ej. si vamos a entrar en un garaje alcanza con poner luz de giro. El de atrás adivina fácilmente que no es que vayamos a doblar en la esquina, sino que vamos a clavar los frenos a mitad de cuadra.
  • Todos tenemos derecho a ir a la velocidad que se nos canta. Ya sea zigzaguear a velocidades suicidas, así como ir a 20km por la mitad de la calle, bloqueando la posibilidad de que nos pasen.
  • Teniendo la necesidad de detenerse hay que hacerlo exactamente frente al lugar adonde vamos. No importa si 20 metros adelante hay lugar. Es mejor parar en doble (o triple) fila y anular un carril.
  • Un concepto similar corre para los semáforos de giro a la izquierda. Si hay una fila para doblar, ¿por qué ponerse último? Mejor anular un carril poniéndose al lado del 1º de la fila
  • Los motoqueros creen que el espacio mínimo para pasar entre 2 autos equivale exactamente al ancho de la moto. Están equivocados, a ese espacio hay que agregarle por lo menos 1 cm. de cada lado.

Otra creencia es que los cinturones de seguridad son objetos decorativos. (Advertencia: este es un espacio cedido para propaganda institucional :-) Derivada de lo anterior surge que alcanza con “los chicos atrás” como dice la propaganda. A mi molesta mucho esa frase, porque en realidad es “los chicos atrás y atados”. Una variante más benigna es: los bebés en sus sillitas, pero después pueden ir atrás sin cinturón. Todos tenemos que estar con cinturón de seguridad. Los bebés en su sillita, los chicos más grandes con sillas para ellos y cuando pesan más de 25 kg y les da la altura con el cinturón común. ¿O creen que hay alguna edad en la cual no sea riesgoso atravesar un parabrisas a 50 km por hora?

Lo bueno de “manejo yo” es que una tiene un gran poder de decisión sobre trayectos, climatización, música y etc. A propósito de la música, cada vez que escucho un vals en Amadeus me parece que el caos de autos que zigzaguean y se entrelazan entre sí representan una coreografía perfecta. Es mejor verlo así :-)

TAXIS

Fáciles de conseguir (excepto cuando llueve y/o realmente los necesitamos) si los podemos pagar son una muy buena opción.
Las ventajas saltan a la vista. Maneja otro, o sea que podemos limitarnos a mirar por la ventanilla (de paso vigilamos que no nos paseen) o a leer. Bueno, lo de leer es relativo. Se puede sacar un libro, abrirlo y fijar la vista en él. Pero entender lo que leemos depende de:

  • La radio que tenga prendida el señor taxista. Pueden ser variadísimas. Una vez un taxista me llevó escuchando una radio de música clásica y mudo. Sé que probablemente nunca nos volvamos a encontrar, pero le deseo lo mejor. A veces son radios “comunes” onda la 100, la Mega o Mitre. Otras deberían estar prohibidas por algún organismo de defensa de los derechos humanos. Otro tema es el volumen. De esas variables depende si una se puede concentrar en algo o se siente atrapada en una cárcel sonora.
  • La charla del señor taxista. Hay taxis que tienen cartelitos tipo “Dueño conduce” o “Aire”. Yo estoy esperando el cartelito “Conductor mudo”. Mataría por subir a un taxi así :-) Cuando yo tomo un taxi es porque decidí gastar X suma en llegar a mi destino con las menos complicaciones posibles. Algunos taxistas cumplen eficientemente con su trabajo y te llevan dirigiéndote la palabra lo necesario. Otra raza maldita te usa de víctima indefensa para hacer catarsis de sus problemas y buscar que lo apoyen en sus ideas políticas (que en general nunca coinciden con las mías). Les cuento lo que, según mi experiencia, no los disuade: sacar un libro y fijar la vista en él, contestar con monosílabos, mirar por la ventanilla. Escucho sugerencias.


Otro desventaja de los taxis, es casi ninguno tiene cinturones de seguridad en condiciones. Esto sumado a cierta temeridad de algunos conductores, me hace encontrarme analizando qué posibilidades tengo de sufrir un accidente en el trayecto faltante. No necesito aclarar que estos pensamientos no contribuyen a hacer el viaje más placentero.

Si sorteamos todos estos inconvenientes, lo buenísimo del taxi es que te deja exactamente adonde ibas. Te bajás, cerrás la puerta, decís chau y no tenés que estacionar.

COLECTIVOS

Colectivos vacíos
Como las cosas buenas en la vida, no son fáciles de conseguir; pero si lo logramos es el equivalente al Paraíso Terrenal en el transporte urbano. Barato, con recorrido fijo (no hay que vigilar por dónde toma el conductor), nadie te habla. El mundo sería un lugar mejor si hubiera más.

Colectivos llenos
Me refiero a esos colectivos donde hay que viajar parados, pero todavía conservan cierto espacio como para que puedas agarrarte de un cañito y nadie te aplaste. Acá las opciones de distracción se reducen bastante. Básicamente o se escucha música (a veces difícil por el ruido que te rodea) o se mira a los afortunados pasajeros sentados y se hacen conjeturas sobre sus vidas o sobre dónde bajarán para tratar de conseguir un asiento. En general, debo ser poco intuitiva porque salvo los chicos que llevan uniforme de determinado colegio, cada vez que pienso “este se debe bajar pronto” el susodicho va hasta la terminal. También uno observa gente durmiendo despatarrada en los asientos como si hubieran pasado 2 días despiertos. Y no es uno, son muchos. Para mí es un misterio de la vida cotidiana. ¿Qué se quedan haciendo a la noche? ¿Miran la tele hasta tarde? ¿Trabajan? ¿Tienen insomnio? ¿Participan en orgías? Quién sabe….

Tampoco entiendo esos pedidos desesperados de “quién le da el asiento a la señora embarazada”. Hay asientos específicamente reservados para eso y si lo que los ocupan se hacen los boludos hay que señalar lo obvio (una panza de 8 meses, un bebé en brazos, un bastón) y pedir que cedan el asiento. En general se levantan mintiendo “no la había visto”, pero a mí también me pasó pedir el asiento visiblemente embarazada y que me dijeran “no te lo doy”, dirigirme al de atrás y que me dijera “yo tampoco”, dirigirme al 3ª que se levantó sin que llegara a decirle nada . Si insistís lo suficiente en señalar lo obvio no necesitás ningún defensor de pobres y ausentes entre el resto de los pasajeros.

Si uno tiene la fortuna de viajar sentado en un colectivo lleno, debe tomar ciertos recaudos para no ganarse el odio silencioso del resto de los pasajeros. Si necesitás agarrar tu bolso, si vas a cerrar tu libro o guardar tu reproductor de música hacelo sin mirar a nadie. Te ahorrarás las miradas de esperanza primero y de odio después, cuando se dan cuenta de que no vas a bajar.

Si viajas parado, comprobarás la aplicación de la Ley de Murphy al transporte automotor. Todos los asientos alrededor del que esperás ansiosamente se irán renovando. Salvo el “tuyo”, justamente ese está ocupado por alguien que va hasta la terminal


Colectivos llenísimos
Algo así como el reverso de los colectivos vacíos. Llegamos el infierno del transporte urbano. Imposible subir, imposible bajar, casi imposible sobrevivir. A merced de las frenadas y aceleradas del colectivo. No hay de dónde agarrarse (especialmente para las que no pasamos de 1.50 m). De todos modos es difícil caerte. Lo compacto de la masa humana te sostiene parada. Acá la lucha no es por un asiento sino por un mínimo espacio que te permita respirar. Nunca pensaste que ibas a tener un contacto tan íntimo con tantos desconocidos (en general sin intención de los involucrados, pero nunca se sabe…).La gente que trata de pasar en medio de la cuádruple fila de parados te tira del pelo, te arranca la ropa, las mochilas a ras del piso te rompen las medias. Encima tenés que sostener posiciones incómodas y casi acrobáticas para impedir que tus tetas descansen en el codo del caballero de al lado.
No hay situación cotidiana que haga odiar tanto a la humanidad


SUBTES


Siguen las líneas generales de los colectivos en sus tres variantes (vacío, lleno y llenísimo).
La ventaja que los diferencia es que los trayectos son más cortos y uno se puede entretener “descontando” estaciones.
La desventaja es que no hay paisaje para contemplar (a menos que unas paredes sucias y oscuras llenas de caños pueda considerarse como tal) y la sensación de claustrofobia

CAMINAR


Sin duda, lo mejor. Es bueno, es barato, segrega endorfinas, hace bajar de peso (lo recomienda el Dieta Club).
Desgraciadamente necesitamos un calzado cómodo, no demasiada carga y tiempo para llegar a nuestro destino. Si estas condiciones no se cumplen hay que apelar a las opciones anteriores.

Es maravilloso caminar respirando profundamente, viendo el paisaje urbano, avanzando grácilmente entre los embotellamientos de autos. Eso sí, no hay que ir mirando al horizonte. Es mejor mantener la vista fija en el suelo para evitar pisar algún recuerdo canino cuyos dueños nos dejaron . Dicen que trae suerte. Para mí debe ser de la mala.




¿Otro blog más?

¿Vieron cómo son los chicos? Un compañerito tiene un chupetín y ellos quieren un chupetín. Después vamos madurando y los años nos van dando otra perspectiva. Uno sonríe ante las peleas infantiles y les explica dulcemente lo que significa esperar y compartir. Soy una persona madura, ya no me peleo por un chupetín, lo que realmente me saca es que mi amiga tenga un blog. ¿Por qué ella sí y yo no?

¿Por qué ella sabe escribir y yo no? ¿Por qué ella vivió en varios países y yo la mudanza más lejana que hice fue desde la casa de mis viejos en Devoto a mi hogar de recién casada en Caballito? No, esos detalles no me pueden disuadir de tener mi propio blog.

Me llamo Alicia, soy madre y trabajadora. Vivo en una calle empedrada de Caballito, donde nunca pasa nada. Detrás de esa fachada anodina se esconde… (quizás acá debería mentir un poco para enganchar algún lector diciendo que tengo una personalidad súper original y cosas fascinantes para contar. ¿Miento mucho, poquito o nada? En fin que cada uno juzgue por si mismo)