domingo, julio 30, 2006

Cambié el celular


Claro ustedes no conocían el celular-ladrillo que uso hace tantos años. Si lo hubieran visto el comentario hubiera sido "¡Ya era hora!".
Sinceramente, las razones del cambio no fueron la pantalla en blanco y negro, los tonos monofónicos , ni la escasez de juegos. Lo que me decidió fué la incomodidad de cargar el ladrillo. Tampoco crean que fue una decisión poco meditada :-). Con la excusa de "no sé si me conservan el nº", ( lo conservan), pasaron un par de años entre "tendría que cambiar el celular" e ir y hacerlo.

Al encarar la compra, tenía muy claro mis requerimientos. Mi celular debía ser lo suficientemente complejo como para:
1) Hacer llamadas.
2) Recibir llamadas.
Pero, claro ya no fabrican teléfonos así. Ahora tengo un celular con un montón de funciones, fotos, ring tones polifónicos y otras funciones que seguramente terminaré usando.

Una vez en casa, las utilidad de tener una hija adolescente se manifestó con todo su esplendor. Ailén cayó sobre el aparatito y me mostró todas las funciones que pude tolerar. Me cambió el tono de llamada "estándar" (un ring-ring como el que hacía el teléfono negro a disco de mi infancia) por no sé que música polifónica. En realidad, yo creo que el ringtone jamás debe ser algo que a uno le guste. Independientemente de lo que uno elija, si el teléfono es parte del trabajo, vas a terminar odiando la músiquita que te dice "trabajo, problemas, o quizás sólo sea tu hija que quiere que la vayas a buscar a lejos-lejísimo-trasmano". Mejor no arruinar algo que te gustaba.

Igual, me parece que me encontré una telefonista. Mi celular ya está secuestrado. Parece que tiene unos juegos maravillosos

¡Qué público! (Anton Chejov)

Tengo un par de post en elaboración mental. A diferencia del protagonista del cuento, no llego a la acción. Así que, en lugar de mi prosa inmortal, van a tener que conformarse con Chejov ;-)

¡Qué público!

[Cuento. Texto completo]

Anton Chejov


-¡Basta! ¡Ya no vuelvo a beber!... Por nada del mundo. Tiempo es de ponerme al trabajo... ¿Te gusta recibir tu sueldo? Pues trabaja honradamente, con celo, sin tregua ni reposo. Acaba de una vez con las granujerías... Te has acostumbrado a cobrar tu paga en balde, y esto es malo...; esto no es honrado...

Luego de haberse hecho tales razonamientos, el jefe del tren, Podtiaguin, siente un deseo invencible de trabajar. Son casi las dos de la madrugada, mas, a pesar de lo temprano de la hora, despierta a los conductores y va con ellos por los vagones para revisar los billetes.

-¡Los billetes! -exclama alegremente, haciendo sonar el taladro.

Los viajeros, dormidos en la penumbra de la luz atenuada, se sobresaltan y le pasan los billetes.

-¡El billete! -dice Podtiaguin dirigiéndose a un pasajero de segunda clase, hombre flaco, venoso, envuelto en una manta y pelliza y rodeado de almohadas.

-¡El billete!

El hombre flaco no contesta; duerme profundamente. El jefe del tren lo golpea en el hombro y repite con impaciencia:

-¡El billete!

El pasajero, asustado, abre los ojos y se fija con pavor en Podtiaguin.

-¿Qué? ¿Quién?

-¿No me ha oído usted? ¡El billete! ¡Tenga la bondad de dármelo!

-¡Dios mío ! -gime el hombre flaco, mostrando una faz lamentable-. ¡Dios mío! ¡Padezco de reuma! Tres noches ha que no he podido conciliar el sueño... He tomado morfina para dormirme y me sale usted... con los billetes. ¡Es inhumano! ¡Es cruel! Si supiera usted lo que me cuesta conseguir el sueño, no vendría usted a molestarme con esas majaderías... ¡Esto es tonto y cruel! ¿Para qué le hace a usted falta mi billete? Esto es inepto.

Podtiaguin reflexiona si tiene que ofenderse o no; decide ofenderse.

-¡No grite usted aquí! ¿Estamos acaso en una taberna?

-En una taberna la gente es más humana -contesta el pasajero tosiendo-. ¿Cuándo podré dormirme otra vez? Viajé por todos los países extranjeros sin que nadie me pidiera el billete, y aquí es como si el diablo me persiguiera a cada momento: «El billete. El billete».

-En tal caso lárguese usted al extranjero, que le agrada tanto.

-¡Lo que me dice usted es una estupidez! ¡No basta con que uno tenga que soportar el calor y las corrientes de aire, hay que soportar también ese formulismo!... ¿Para qué diablos necesita usted los billetes? ¡Qué celo! Lo cual no impide que la mitad de los pasajeros vayan de balde.

-Oiga usted, caballero -exclama Podtiaguin-; si no acaba de gritar y molestar a los demás pasajeros, me veré obligado a hacerle bajar en la primera estación y a levantar acta.

-¡Es abominable! -murmuran los demás pasajeros-. Eso de no dejar en paz a un hombre enfermo... ¡Acabe de una vez, en fin!

-Pero si es el caballero, que me insulta -replica Podtiaguin-. ¡Está bien; que se guarde el billete! Pero yo cumplía con mi deber, ya lo sabe usted...; si no fuera mi deber... Pueden ustedes informarse..., preguntar al jefe de estación...

Podtiaguin encoge los hombros y se aleja del enfermo. Al principio sentíase ofendido y maltratado; pero después de haber recorrido dos o tres vagones, su alma de jefe de tren experimenta cierta intranquilidad y algo como un remordimiento.

"Tienen razón; yo no tenía para qué despertar al enfermo. Pero no es culpa mía. Ellos creen que lo hago por mi gusto; no saben que tal es mi obligación. Si no me creen, pueden informarse cerca del jefe de estación."

La estación. Parada de cinco minutos. En el coche de segunda clase entra Podtiaguin, y detrás de él, con su gorra encarnada, aparece el jefe de estación.

-Este caballero pretende que no tengo derecho a pedirle el billete, y hasta se ha enfadado. Le ruego, señor jefe, que le aclare si procedo por obligación o por pasar el rato. ¡Caballero! -prosigue Podtiaguin dirigiéndose al hombre flaco-. ¡Caballero!, si usted no me cree puede interrogar al jefe de estación...

El enfermo salta como picado por una avispa, abre los ojos y muestra una cara compungida y se apoya en los cojines.

-¡Dios mío! ¡He tomado el segundo polvo de morfina, que me calmó; iba a coger el sueño, y otra vez!... ¡Otra vez el billete!... ¡Le suplico tenga compasión de mí!

-Interrogue al señor jefe, y verá usted entonces si tengo derecho, o no, a pedir los billetes.

-¡Esto es insoportable! ¡Tome usted su billete! ¡Le compraré, si quiere todavía, otros cinco; pero déjeme que me muera en paz! ¿Es posible que no haya sufrido usted alguna vez? ¡Qué gente tan insensible!

-¡Es una mofa! -dice indignado un señor que viste uniforme militar-. ¡No puedo explicarme de otro modo tamaña insistencia!

-Déjelo -le dice el jefe de estación, frunciendo el ceño y tirándole a Podtiaguin de la manga.

Podtiaguin se encoge de hombros y camina lentamente detrás del jefe.

-¿De qué sirve el ser complaciente? -añade con perplejidad-. Sólo para que el viajero se tranquilice le he llamado al jefe, y en lugar de agradecérmelo me regaña.

Otra estación. Parada de diez minutos.

Podtiaguin se va a la cantina a tomar un vaso de agua de Seltz. Se le acercan dos caballeros de uniforme y le dicen:

-¡Oiga usted, jefe del tren! Su proceder con el pasajero enfermo indigna a todos los que lo hemos presenciado. Yo soy ingeniero y este señor es coronel; le declaro que si no presenta usted sus excusas, formularemos una queja contra usted a su jefe de línea, que es conocido nuestro.

-¡Pero, caballeros, es que yo..., es que él!...

-No queremos explicaciones; le advertimos que si no presenta usted sus excusas, tomaremos al enfermo bajo nuestra protección.

-¡Está bien!... Perfectamente... le daré mis excusas..., si ustedes lo desean.

Media hora más tarde, Podtiaguin prepara su frase de excusas para contentar al pasajero y no rebajar demasiado su dignidad. Hele aquí de nuevo en el coche de segunda.

-¡Caballero! -le dice-. ¡Caballero, escúcheme!

El enfermo se estremece y salta.

-¿Qué?

-Es que yo quiero..., ¿cómo decirlo?..., ¿cómo explicarle?... No se ofenda usted...

-¡Ah!... ¡Agua!... -grita el enfermo, llevándose la mano al corazón-. He tomado el tercer polvo de morfina..., me dormía, y otra vez... Dios mío, ¿cuándo se acabará esta tortura?

-Pero es que yo...; dispénseme...

-Basta...; hágame bajar en la primera estación... No puedo soportarlo más... Me... muero...

-¡Esto es abominable -exclaman voces desde el público-; váyase de aquí! ¡Tendrá usted que responder de sus insolencias! ¡Váyase usted!

Podtiaguin suspira hondamente y se marcha del vagón. En el coche de los empleados se sienta rendido al lado de la mesa y prorrumpe en quejas.

-¡Qué público! ¡Sea usted complaciente, conténtelos! ¿Cómo podrá uno trabajar? Así sucede que uno lo abandona todo y se entrega a la bebida... Cuando uno no hace nada, se enojan con él; si trabaja, igualmente se enfadan con él... Beberé una copita...

Podtiaguin absorbe de un golpe media botella de vodka, y no reflexiona ya más ni en el trabajo, ni en su obligación, ni en la honradez.

FIN

miércoles, julio 26, 2006

La inocencia de los niños

Después de preparar el diente para el Ratón Pérez, mi hija de 6 años me dijo:
-"Si por casualidad es como con Santa Claus, que el Ratón Pérez son ustedes. ¿Me podrían dejar el billete bien cerca del diente, en el medio de la almohada?"

Creo que la película del Ratón Pérez marcó un antes y un después en su vida. A ella le encantó, a mí me pareció una basura. Saliendo un poco del tema, me parece que el encanto de las películas infantiles es una constante. O sea, que a mayor gusto infantil, mayor disgusto adulto y viceversa.
El problema es que la película plantea tantas cosas, que el Ratón se lleva los dientes (yo se los dejo), que les da una moneda de oro (yo le doy un simple billete de $5) ,que no le debe haber costado deducir la cruel verdad.

Encima, cuando mi hija de 14 era una niñita crédula, había leído en un libro que cuando los chicos preguntaban si los Reyes (o lo que sea) eran los padres, lo mejor era contestarles que dicho personaje trae regalos a los chicos que creen en él. Cuando dejaban de creer se ocupaban los padres. Claro, nunca era lo mismo. Con eso , yo me creía la reina de la pedagogía , hasta que mi hija me acusó (entre 12888648 cosas más) de haberla hecho sentir culpable por no creer.

Así que ahora despojada de cualquier técnica supuestamente pedagógica, mi respuesta será:

¡SÍ, LOS REYES MAGOS SON LOS PADRES! ¿RECIÉN TE ENTERÁS?

domingo, julio 23, 2006

Las dos grandes ventajas de ser ginecóloga


Después de muchos años trabajando como médica ginecóloga, considero que las dos grandes ventajas de mi profesión son :
  1. A nadie le extraña que tengas la puerta trabada o que no contestes cuando te golpean. O sea, que si tenés un rato libre podés leer, comer o limarte las uñas tranquila.
  2. Siempre tenés un baño privado disponible. Por ley, los consultorios de ginecología tienen que tener un baño exclusivo
¿No está buenísimo?

sábado, julio 22, 2006

viernes, julio 21, 2006

Manejo de sustancias peligrosas

Siguiendo con el tema alimentario, la semana pasada comprobé la contracara de "si como demás, engordo" que es "si como menos, no engordo". Claro se dice fácil pero requiere un cuidadoso manejo de las sustancias peligrosas.

Situación 1: tuvimos una maravillosa reunión en casa. Como resultado de la misma, quedan en nuestra cocina una torta y media, masas finas y secas, unas galletitas que no le gustaron a nadie, 1/4 de budín de chocolate, un montón de sandwiches de miga, 13 empanaditas de jamón y queso y otros varios. ¡Horror! Sé que nuestra convivencia es imposible, que lo nuestro debe terminar, ¡ y lo antes posible! So pena de que desaparezca en mi interior al día siguiente.
Las opciones son freezar o regalar.
Freezar lo que se pueda está bueno, pero corremos el riesgo de descongelarlo y comerlo más adelante. A eso hay que sumarle la tortura de saber que, aunque duro como una piedra, sigue ahí a la distancia de una pasada por el microondas.

La 2º opción es regalar. Esa es muy buena, pero no siempre funciona. En mi familia, todos "se cuidan" así que ofrecer una torta de chocolate y crema es como regalar desechos radioactivos. Nadie los quiere.

Situación 2: Alguien me quiere mucho y me demuestra su afecto con una caja de bombones o una tableta de 200 g de chocolate (¿se nota por dónde pasan mis gustos?). Yo estoy muy agradecida con el gesto, pero mi parte más realista me dice que lo mejor es hacerlo recircular. Racionalmente podría abrirlo y comer 2 ó 3 cuadraditos, pero las veces que lo intenté terminé en un estado de inconciencia del cual sólo emerjo con la boca llena de chocolate , la caja sospechosamente vacía y muchos papelitos alrededor.
Una buena opción es abrirlo con más gente que nos garantice que a duras penas podamos comer un bombón.

Muchas veces se lo cedo a mi hija mayor con la condición de que lo esconda en las profundidades de su habitación para que yo no sepa dónde está. A veces lo encuentro....

miércoles, julio 19, 2006

El Ilustre Amor

El Ilustre Amor

Manuel Mujica Láinez
(Argentina)

– 1797 –

En el aire fino, mañanero, de abril, avanza oscilando por la Plaza Mayor la pompa fúnebre del quinto Virrey del Río de la Plata. Magdalena la espía hace rato por el entreabierto postigo, aferrándose a la reja de su ventana. Traen al muerto desde la que fue su residencia del Fuerte, para exponerle durante los oficios de la Catedral y del convento de las monjas capuchinas. Dicen que viene muy bien embalsamado, con el hábito de Santiago por mortaja, al cinto el espadín. También dicen que se le ha puesto la cara negra.

A Magdalena le late el corazón locamente. De vez en vez se lleva el pañuelo a los labios. Otras, no pudiendo dominarse, abandona su acecho y camina sin razón por el aposento enorme, oscuro. El vestido enlutado y la mantilla de duelo disimulan su figura otoñal de mujer que nunca ha sido hermosa. Pero pronto regresa a la ventana y empuja suavemente el tablero. Poco falta ya. Dentro de unos minutos el séquito pasará frente a su casa.

Magdalena se retuerce las manos. ¿Se animará, se animará a salir?

Ya se oyen los latines con claridad. Encabeza la marcha el deán, entre los curas catedralicios y los diáconos cuyo andar se acompasa con el lujo de las dalmáticas. Sigue el Cabildo eclesiástico, en alto las cruces y los pendones de las cofradías. Algunos esclavos se han puesto de hinojos junto a la ventana de Magdalena. Por encima de sus cráneos motudos, desfilan las mazas del Cabildo. Tendrá que ser ahora. Magdalena ahoga un grito, abre la puerta y sale.

Afuera, la plaza inmensa, trémula bajo el tibio sol, está inundada de gente. Nadie quiso perder las ceremonias. El ataúd se balancea como una barca sobre el séquito despacioso. Pasan ahora los miembros del Consulado y los de la Real Audiencia, con el regente de golilla. Pasan el Marqués de Casa Hermosa y el secretario de Su Excelencia y el comandante de Forasteros. Los oficiales se turnan para tomar, como si fueran reliquias, las telas de bayeta que penden de la caja. Los soldados arrastran cuatro cañones viejos. El Virrey va hacia su morada última en la iglesia de San Juan.

Magdalena se suma al cortejo llorando desesperadamente. El sobrino de Su Excelencia se hace a un lado, a pesar del rigor de la etiqueta, y le roza un hombro con la mano perdida entre encajes, para sosegar tanto dolor.

Pero Magdalena no calla. Su llanto se mezcla a los latines litúrgicos, cuya música decora el nombre ilustre: «Excmo. Domino Pedro Melo de Portugal et Villena, militaris ordinis Sancti Jacobi...»

El Marqués de Casa Hermosa vuelve un poco la cabeza altiva en pos de quién gime así. Y el secretario virreinal también, sorprendido. Y los cónsules del Real Consulado. Quienes más se asombran son las cuatro hermanas de Magdalena, las cuatro hermanas jóvenes cuyos maridos desempeñan cargos en el gobierno de la ciudad.

–¿Qué tendrá Magdalena?

–¿Qué tendrá Magdalena?

–¿Cómo habrá venido aquí, ella que nunca deja la casa?

Las otras vecinas lo comentan con bisbiseos hipócritas, en el rumor de los largos rosarios.

–¿Por qué llorará así Magdalena?

A las cuatro hermanas ese llanto y ese duelo las perturban. ¿Qué puede importarle a la mayor, a la enclaustrada, la muerte de don Pedro? ¿Qué pudo acercarla a señorón tan distante, al señor cuyas órdenes recibían sus maridos temblando, como si emanaran del propio Rey?

El Marqués de Casa Hermosa suspira y menea la cabeza. Se alisa la blanca peluca y tercia la capa porque la brisa se empieza a enfriar.

Ya suenan sus pasos en la Catedral, atisbados por los santos y las vírgenes. Disparan los cañones reumáticos, mientras depositan a don Pedro en el túmulo que diez soldados custodian entre hachones encendidos. Ocupa cada uno su lugar receloso de precedencias. En el altar frontero, levántase la gloria de los salmos. El deán comienza a rezar el oficio.

Magdalena se desliza quedamente entre los oidores y los cónsules. Se aproxima al asiento de dosel donde el decano de la Audiencia finge meditaciones profundas. Nadie se atreve a protestar por el atentado contra las jerarquías. ¡Es tan terrible el dolor de esta mujer!

El deán, al tornarse con los brazos abiertos como alas, para la primera bendición, la ve y alza una ceja. Tose el Marqués de Casa Hermosa, incómodo. Pero el sobrino del Virrey permanece al lado de la dama cuitada, palmeándola, calmándola.

Sólo unos metros escasos la separan del túmulo. Allá arriba, cruzadas las manos sobre el pecho, descansa don Pedro, con sus trofeos, con sus insignias.

–¿Qué le acontece a Magdalena?

Las cuatro hermanas arden como cuatro hachones. Chisporrotean, celosas.

–¿Qué diantre le pasa? ¿Ha extraviado el juicio? ¿O habrá habido algo, algo muy íntimo, entre ella y el Virrey? Pero no, no, es imposible... ¿cuándo?

Don Pedro Melo de Portugal y Villena, de la casa de los duques de Braganza, caballero de la Orden de Santiago, gentilhombre de cámara en ejercicio, primer caballerizo de la Reina, virrey, gobernador y capitán general de las Provincias del Río de la Plata, presidente de la Real Audiencia Pretorial de Buenos Aires, duerme su sueño infinito, bajo el escudo que cubre el manto ducal, el blasón con las torres y las quinas de la familia real portuguesa. Indiferente, su negra cara brilla como el ébano, en el oscilar de las antorchas.

Magdalena, de rodillas, convulsa, responde a los Dominus vobiscum.

Las vecinas se codean:

–¡Qué escándalo! Ya ni pudor queda en esta tierra... ¡Y qué calladito lo tuvo!

Pero, simultáneamente, infíltrase en el ánimo de todos esos hombres y de todas esas mujeres, como algo más recio, más sutil que su irritado desdén, un indefinible respeto hacía quien tan cerca estuvo del amo.

La procesión ondula hacia el convento de las capuchinas de Santa Clara del cual fue protector Su Excelencia. Magdalena no logra casi tenerse en pie. La sostiene el sobrino de don Pedro, y el Marqués de Casa Hermosa, malhumorado, le murmura desflecadas frases de consuelo.

Las cuatro hermanas jóvenes no osan mirarse.

¡Mosca muerta! ¡Mosca muerta! ¡Cómo se habrá reído de ellas, para sus adentros, cuando le hicieron sentir, con mil ilusiones agrias, su superioridad de mujeres casadas, fecundas, ante la hembra seca, reseca, vieja a los cuarenta años, sin vida, sin nada, que jamás salía del caserón paterno de la Plaza Mayor! ¿Iría el Virrey allí? ¿Iría ella al Fuerte? ¿Dónde se encontrarían?

–¿Qué hacemos? –susurra la segunda.

Han descendido el cadáver a su sepulcro, abierto junto a la reja del coro de las monjas. Se fue don Pedro, como un muñeco suntuoso. Era demasiado soberbio para escuchar el zumbido de avispas que revolotea en torno de su magnificencia displicente.

Despídese el concurso. El regente de la Audiencia, al pasar ante Magdalena, a quien no conoce, le hace una reverencia grave, sin saber por qué. Las cuatro hermanas la rodean, sofocadas, quebrado el orgullo. También los maridos, que se doblan en la rigidez de las casacas y ojean furtivamente alrededor.

Regresan a la gran casa vacía. Nadie dice palabra. Entre la belleza insulsa de las otras, destácase la madurez de Magdalena con quemante fulgor. Les parece que no la han observado bien hasta hoy, que sólo hoy la conocen. Y en el fondo, en el secretísimo fondo de su alma, hermanas y cuñados la temen y la admiran. Es como si un pincel de artista hubiera barnizado esa tela deslucida, agrietada, remozándola para siempre.

Claro que de estas cosas no se hablará. No hay que hablar de estas cosas.

Magdalena atraviesa el zaguán de su casa, erguida, triunfante. Ya no la dejará. Hasta el fin de sus días vivirá encerrada, como un ídolo fascinador, corno un objeto raro, precioso, casi legendario, en las salas sombrías, esas salas que abandonó por última vez para seguir el cortejo mortuorio de un Virrey a quien no había visto nunca.

© Editorial Sudamericana S.A.

Manuel Mujica Láinez
(Argentina)

sábado, julio 15, 2006

Diario de una mujer a dieta


Hace ya algunos años que descubrí que si uno come más de lo que necesita engorda. Gracias, todavía estoy esperando el Nobel por mi contribución a la ciencia, pero ese premio debe estar arreglado porque no se lo dieron a Borges y a mí tampoco.

Millones de años de evolución dieron por resultado seres humanos que despliegan una actividad física intensa para conseguir su comida, que puede ser escasa o faltar durante períodos. Quizás en los próximos millones de años la evolución nos regale un ser humando mejor adaptado a las condiciones actuales. O sea, alguien capaz de mantenerse sano, atlético y en su peso ideal con la única actividad de mover el mouse (y caminar al baño y a la cocina), mientras come chocolate (versión gorda dulcera) o una picada (versión gorda saladera). De todos modos ya no me va a tocar a mí…

La solución es hacer una dieta, perdón un plan de alimentación como te enseñan en el (paradójicamente) Dieta Club. Leído, parece que en el plan hay un montón de comida. La primera vez que lo ví pensé que es un demasiado. Hay gente dice ¡pero esto es más de lo que yo como! Sin embargo, cuando lo empiecé a hacer descubrí que no es un montón. No sólo no es mucho, sino que es poco, casi poquitísmo. Por lo menos, poco en relación con lo que venía comiendo.

Con el tiempo uno me dí cuenta de lo poco que se necesita para adelgazar y mantenerse. Por lo menos poco chocolate, pocas facturas, pocas picaditas, poca pizza, pocas empanadas y siguen los etcéteras. Se puede comer mucha verdura, mucha sopa, mucha Coca Light, mucha gelatina diet, muchas infusiones y bastante leche descremada, bastante queso blanco, bastante pescado, bastante fruta y bastante carne magra.

Durante un tiempo variable todo transcurre en armonía. Voy al grupo del Dieta Club todas las semanas, hago una versión más o menos reconocible del plan de alimentación y no desplegaré la actividad física de un cazador paleolítico, pero salgo a caminar (o hasta voy al gimnasio) 2 ó 3 veces por semana.

Hasta que llega la etapa de los “porqués”. Que nunca son del tipo de ¿por qué no como más acelga?, sino en la onda de ¿por qué no comer una rodaja más de pan?, si no es nada…¿Por qué no probar generosamente las papas fritas que estoy haciendo? Si no, no sé cómo están saliendo. ¿Por qué no cortar una rodaja finita de torta? Seguro que no se nota, ¿Por qué no cortar otra?

Al final el plan termina siendo sólo el soporte de un montón de adornos que le fui agregando. El problema es que se empieza a reflejar en la balanza. Mejor dicho, en mi cuerpo, pero siempre es más fácil echarle la culpa a la balanza :-)

En ese momento, comienzo a suponer que estoy comiendo algunas cositas de más, pero ¿será para tanto como para subir? Impulsada por el grupo y la coordinadora empiezo a anotar lo que como. ¡Qué momento deprimente! El sufrimiento es doble. Por un lado, digo no a más cosas que antes hubiera comido “distraídamente”, porque no quiero que mi registro sea un catálogo del Café Martínez. Por el otro, aún con restricciones veo cuantas “pequeñas diferencias” hay entre el plan que supuestamente estoy siguiendo y la abultada realidad. Hay otro tipo de preguntas ¿lo como y no lo escribo?

En busca de inspiración leo las enseñanzas de Buda: Él nos pide que establezcamos una diferencia entre lo que necesitamos y lo que queremos y nos esforcemos por nuestras necesidades y modifiquemos nuestros deseos. Él nos dice que nuestras necesidades pueden ser cubiertas pero lo que deseamos no tiene fin —un pozo sin fondo. Hay necesidades que son esenciales, fundamentales, y que deben ser satisfechas, y son éstas por las cuáles deberíamos trabajar. Los deseos más allá de eso deberían ser gradualmente reducidos.

Me siento impresionada. No sólo me parece válido para la vida, sino especialmente pertinente para el tema de la comida. ¡Si sólo comiera lo que necesito!¡Si sólo agregara un par de extras por semana!

Pero ¿qué sabe Buda de esto? Si él es un gordo...

viernes, julio 14, 2006

Cuando yo era chica


Me molesta bastante el "español neutro" con que hablan los chicos. Ya sé que lo escuchan en la tele, pero me fastidia oir a mi hija de 6 años hablar de tú, de cometas, de ordenar una comida.

En general suelo decirle "así se dice en otros países, nosotros decimos tal". Un día me preguntó: "Mamá, cuando eras chica ¿cómo se decía Internet?"

¡Qué verguenza confesarle que cuando yo era chica Intrnet no se decía de ninguna manera! ;-). Era fantaciencia (para usar un término moderno). Nuestros sueños más locos eran poder ver televisión en colores.

Lo peor es que ahora, el día que no tengo conexión me siento desvalida. ¡Y eso que tengo la TV en colores! (y el video, y el DVD y el reproductor de MP3)

domingo, julio 09, 2006

Algo más sobre la vacuna del HPV

La primera vez que escuché en un congreso de ginecología (mi medio de vida desde hace….muchos años), que en 5 años iba a estar disponible una vacuna para el HPV , me pareció increíble. Mi hija mayor iba a ser una adolescente para esa época y esperaba que estuviera disponible para entonces.

La expectativa se cumplió. La vacuna tiene nombre y está en las farmacias (o estará dentro de muy poco). Los medios se sumaron a la campaña de promoción. Que se puede prevenir el cáncer de cuello uterino, que todas las mujeres jóvenes deberían vacunarse. Sin embargo, a medida que fui sabiendo más, la realidad es bastante decepcionante.

Lo lamento mucho, pero antes de contarles sobre la vacuna del HPV tendría que contarles algunas cosas sobre el virus y su relación con el cáncer.

El HPV es un virus. Se contagia habitualmente por vía sexual, pero no siempre. Es muy común. Se calcula que más de la mitad de las mujeres tuvo contacto con el virus. En la mayoría de los casos, la infección se cura sola y ahí termina todo. En otros queda como una infección persistente.
En algunas mujeres esta infección provoca lesiones. Se las llama lesiones de bajo grado. Si se las deja la gran mayoría se cura sola o queda así.
Sin embargo, el 15% progresa a lesiones de alto grado que pueden ser precursoras de un cáncer de cuello de útero. Una vez que tenemos una lesión de alto grado, si la dejamos vemos que la mitad se fue sola o está igual, pero que la otra mitad ya es un cáncer.

Esta progresión (si se produce) es muy lenta. Se calcula que entre una lesión de bajo grado y un cáncer pasan aproximadamente 10 años. La función del Papanicolaou es justamente encontrar esas lesiones precursoras mientras sean curables con tratamientos no agresivos.

Una idea fundamental es que el HPV es lo que se llama un “cofactor necesario” para el cáncer de cuello. O sea, puede haber mujeres con HPV que no tengan ni vayan a tener cáncer (que por otra parte es la inmensa mayoría), pero del pequeño grupo que desarrolló un cáncer de cuello TODAS tienen HPV.

La idea de la vacuna es que si se pudiera evitar que las mujeres se contagien con HPV, no podrían tener cáncer de cuello. Por supuesto, habría que vacunar antes de que puedan infectarse o sea, antes de que comiencen a tener relaciones sexuales. Hasta aquí, todo bien.

Pero, el HPV no tiene un único tipo de virus. Existen decenas de cepas. Algunas están asociadas a las lesiones benignas (tipo verrugas) y otras son oncogénicas (son cancerígenas). La vacuna que se desarrolló por medio de una maravilla de ingeniería genética que se refleja en su costo. Protege contra las cepas 6 y 11 (que dan verrugas benignas pero molestas) y contra las 16 y 18 que son cancerígenas.

Mientras que la cepa 16 provoca la mitad de los cánceres de cuello en el mundo, la 18 se lleva el 25%. La fracción restante corresponde a otras cepas. Esto no es igual en todas partes. En EEUU, la segunda en frecuencia es la 18. En la Argentina no hay datos de todo el país, pero los estudios que se hicieron en algunas provincias muestran que el más frecuente es el 16, seguido de 33, 18 y otras cepas según los lugares.

Para resumir (digamos que me acordé algo tarde), digamos que se trata de una vacuna muy cara (3 dosis, en que suman entre 360 y 450 DÓLARES).

En el mejor de los casos evitaría 3 de cada 4 cánceres (probablemente menos en nuestro país). Como hay cánceres asociados a otras cepas, habría que seguir haciendo controles con Pap.

Dicho sea de paso, el rastreo universal con Papanicolau hace el cáncer de cuello una rareza. Otra ventaja, es baratísimo ¿Y cuántas mujeres cumplen con los controles en la Argentina? La respuesta es desoladora. Aproximadamente el 15%. Muy poco.

Entonces, estamos de acuerdo que el desarrollo de la vacuna es una joya de la ingeniería genética. Al margen de eso, ¿cuál es la verdadera utilidad que va a tener? Pareciera que menos de lo que nos dice la propaganda

viernes, julio 07, 2006

¡"YO CONTRA EL MUNDO" LANZA EL PRIMER Y ÚLTIMO CURSO INTEGRAL DE TODO!

Me gustó la idea de hacer una Licenciatura en Todo. Al fin y al cabo uno pierde 5 ó 6 años para tener nada más que un título de médico, contador o abogado. Esto parece mucho mejor.

Así que levantado directamente del weblog de Clarín:

¡"YO CONTRA EL MUNDO" LANZA EL PRIMER Y ÚLTIMO CURSO INTEGRAL DE TODO!
El hecho de que una universidad auspicie a “Los Simpson” nos da la pauta de que vivimos en la ERA DE LAS UNIVERSIDADES PRIVADAS; prácticamente no se puede dar dos pasos sin toparse con estos recintos del Saber Pagado.
En sintonía con su tiempo, la Universidad de “Yo contra el Mundo” reinicia sus actividades, pero esta vez con un objetivo más ambicioso: resumir, en una “carrera corta”, todo el CONOCIMIENTO HUMANO, de modo que el educando pueda ahorrarse los horrendos años de primaria y secundaria y, luego de retozar por los prados durante los mejores doce añitos de sus vidas, pasar directamente a la Papúa, y después no tener la necesidad de agarrar un libro durante el resto de su sabihonda vida!
Este es el programa de la carrera para la Licenciatura en Todo:
PRIMER AÑO: Animales 1: Cómo se llaman. Todos. Del Abada (rinoceronte africano, gracias al cual gané moralmente un “¿Quién quiere ser Millonario?”) al Zorro. Nombres puestos por sus dueños, si los tienen. Todos. Anatomía, fisiología, historia y costumbres de todos y cada uno de ellos. Y de sus dueños, si los tienen. Animales famosos, reales e imaginarios. Cómo salvarse del ataque de un oso. Seminario: Análisis crítico de la película esa de Anthony Hopkins donde se enfrenta a un oso. Plantas 1: Nombres de todas. Clasificación por especie y género, pero también por color, por tamaño y por precio en el vivero del barrio. Cosas para decirles a las plantas. Taller de Diferenciación entre plantas comestibles, plantas de adorno y plantas que no sirven para nada (por ejemplo, el potus). Personas 1: Cómo se llaman. Todas. Se hace hincapié en las personas vivas, pero en realidad se estudian todas. Anatomía, fisiología y costumbres de todas y cada una de ellas (por razones de espacio se omiten en este curso a las personas que tienen animales, ya estudiadas en Animales 1. Bah, no mejor no, se incluyen y sirve de repaso). Filatelia 1 y 2. Climatología. Geometría: Figuras geométricas. Cómo dibujar un triángulo. Uso correcto del transportador. Física cuántica y no cuántica.
SEGUNDO AÑO: Arquitectura 1: Tipos de casitas (chalecito, cabaña de troncos, iglú y tipi indio). Cómo se hacen. Compra correcta de tablero de dibujo e historia del mismo y de todos los tableros de dibujo en particular, uno por uno. Construcción de tablero de dibujo. Historia de las herramientas (en general y en particular) necesarias para construir un tablero de dibujo. Química. Animales 2: Medicina veterinaria. Conducción de programas tipo “El cazador de cocodrilos”. Taller de confección de nombres para veterinarias de barrio, compuestas por un animal y una característica, por ejemplo: “El Rinoceronte Lindo” (este procedimiento sirve también para jardines de infantes. De pasadita, puericultura, pediatría, curso de maestra jardinera y eliminación de piojos). Plantas 2: Jardinería integral, horticultura y confección de ensaladas completas. Atención de viveros. Taller de leñadorismo: Cómo gritar “¡Abajooooo!”. Medicina 1: Neurocirugía, oncología y tratamiento de uña. Historia de la medicina, de los médicos y cómo se llaman todos y cada uno de ellos. Arquería 1, 2 y 3. Diseño de modas, de interiores, gráfico, industrial, imagen y sonido y de cosas que no se sabe bien qué son para vender en Palermo. Historia de Palermo (se estudia todo junto por razones de espacio). Astronomía: Cuántas estrellas hay. Cómo contarlas. Uso correcto del telescopio. Dónde comprarlo. Cómo conseguir el dinero a tal efecto.
TERCER AÑO: Arquitectura 2: Construcción de catedrales góticas e historia de las mismas. Medicina 2: Cómo salvar gente. Primeros auxilios y amputación casera. Angelología. Ovnilogía. Pirámides energéticas y tarjetería española (se dan juntas por cuestiones de espacio). Odontología. Seminario: ¿Quié tan limpio debe estar un consultorio para que no parezca roñoso pero tampoco tan limpio que te de impresión? Animales 3: Animales imaginarios y que podrían haber sido imaginarios. Ropa que usan cada uno de ellos, desde los pantalones con botoncitos de Mickey a la remerita roja de Condorito. Confección de esta ropa con técnica de telar y también con fibras de palmera. Granos de arena 1: Cuántos hay. Cuántos podría haber en planetas lejanos. Historia de la Iglesia de Elvis. Trigonometría, Química y Medicina 3 y 4 (Se dan juntas porque como es una carrera corta queda un añito solo).
CUARTO AÑO: Derecho 1, 2, 3 y 4: Cómo ser abogado. Trámites. Chaleco. Memorización del Código Penal combinado con electroshocks. Psiquiatría 1 y 2: Locos famosos (se excluye a Napoleón, que no estaba loco; se trata de una confusión por culpa de los chistes gráficos). Pastillitas: cómo se llaman, memorización del vademécum y cómo se las llama en la jerga pastera. Avistaje de blísters de psicofármacos en las playitas de la Costanera norte y confección de instalaciones artísticas con los mismos. Modelaje. Antropología. Periodismo. Budismo. Kirchnerismo. Chocolate. Matemática: Toda. Todos los números, del 1 al 1.985.455.677.213. Después no hay más. Es así, salió en todos los diarios. Suma, resta, multiplicación, división, potenciación, raíz cuadrada y dibujo de caritas con números. Números naturales, números negativos, números imaginarios, números raros, números exóticos y números estrambóticos, por ejemplo el 76$7. Curso de piloto de barcos y de aviones, dentro de lo posible no al mismo tiempo. Plomería, gasismo, electricismo, reparación de coches, electrodomésticos y PCs. Música 1: Cómo se llaman todas las canciones. Curso de oído absoluto con Charly García. Pintura, dibujo, teatro, mimo y aerosografía. Ingeniería 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 y 8: Toda la ingeniería, incluso hay que ver si hacen falta 8. No sé 8 qué tampoco. No importa. Después vemos. Vamos que quedan dos semanitas y todavía faltan materias. Educación Física. Historia de la colección de platitos de diferentes partes del mundo que tiene mi vecino. Granos de arena 2: Repaso, clasificación de granos, de a un grano por clase, y cómo se llaman, y si no tienen nombre curso de bautizamiento de granos de arena y de los posibles granos de arena imaginario, y su historia., y su posible historia en infinitos universos paralelos. Listo. Nada más. Qué, te parece poco, bueno, ¡saquen una hoja!
Aaaahhh, mierda, me faltó “herrería artística”. Ya me veo venir a los padres
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martes, julio 04, 2006

La frase del día

VERDAD: s. (Metaf.) La verdad es lo mas valioso que tenemos.
Economicémosla’. (Mark Twain)

domingo, julio 02, 2006

Corrección : parece que las buenas noticias venden más

Mi sensación de que los medios buscaban los peores aspectos de la realidad para aumentar las ventas fue escrita desde mi ignorancia de lectora.

Sin embargo, hace unos días tuve la oportunidad de charlar con una amiga que, además de ese alto honor, es una conocida periodista. Para proteger su identidad la voy a llamar "María" (en realidad su verdadero nombre es Lucía Otero, DNI 16.356.625, vive en Hidalgo 275, 8º D, CABA, su teléfono es 11-4902-0066, su celular (15) 4536-2861 y su correo electrónico es lucia.otero-64@hotmail.com, pero por favor que todo esto quede entre nosotros).

Me decía que en realidad, las buenas noticias son las que más venden. Tampoco venden mucho más, pero siempre más. Que, sin necesidad de que se persiga una rentabilidad inmediata, hay notas más fáciles de armar que otras. Pensándolo bien, si en la nota Crecieron 40% las violaciones , el periodista empieza a relativizar diciendo que nadie sabe si crecieron o no porque no hay forma de demostrarlo, que lo único es que hay más denuncias y que vaya uno a saber que significa eso..... la nota no se sostiene. Siendo la labor del periodista escribir notas, es probable que se tienda al bombardeo de información que en general es irrelevante.

Como estoy segura que la preocupación que les causo mi post sobre las malas noticias no los dejó dormir desde entonces, me sentí en la obligación de ofrecerles este otro punto de vista, probablemente más fundado.

Recuerden que la única lectura valiosa es la de este blog

sábado, julio 01, 2006

¿Para qué sirve educación física en la secundaria?


Qué se yo para que sirve. Desde mi ingenuidad siempre pensé que su función era presentarles a los chicos alternativas deportivas para que conocieran todo lo bueno de la actividad física y después siguieran practicándola.

En mi época no era así. En mi escuela se enseñaba voley y pelota al cesto (sí, hablo de fines de los '70). Un día nos mostraban algo nuevo, a la clase siguiente lo tomaban. Por supuesto, a menos que ya hubieras practicado ese deporte, o tuvieras un talento natural para el mismo, o todo junto el camino natural era el fracaso. Ser ignorada y a veces humillada por la profesora de turno por no poder aprender una nueva jugada con sólo verla una vez.

Tampoco tenía nada que ver si practicabas o hasta eras brillante en algún otro deporte. Eras un fracaso ambulante por no enloquecerte por atrapar una pelota. En realidad, ¿qué sentido tiene pelearse todos por una pelota? ¡Compren más! :-)

En mi caso personal, mi vida extraescolar durante la secuandaria la dedicaba a entrenarme y competir en gimnasia rítmica. Representé a Vélez y a GEVP en metropolitanos y nacionales, pero eso no contaba. No era hábil para hacer un remate con la pelota de voley. Merecía estar entre "las peores de todas" y estar siempre a punto de llevarme "gimnasia".

Casi no tengo fotos de esos años (era difícil sacar fotos en moviento). Por supuesto, que seguí haciendo actividad física. Me pasé a la gimnasia artística y maravillosa ;-) gimnasta que ven en las fotos soy yo en el Budding Gym este verano.

Pero esta historia no tiene un final feliz (un poco de supenso). Yo pensé que con todos los cambios que sufrió la educación en los últimos años. ESO también había cambiado. Pero no. Mi hija está en 2º año. Cambió el escenario. Ahora el drama transcurre en Ciudad Universitaria. Cambió el deporte. Ahora el problema es que no es hábil con el palo de hockey.
El resto es la misma historia. No sirve que Ailén sepa nadar, haya practicado gimnasia artística, patinaje sobre hielo ,sea muy buena en trapecio y ahora juegue al tenis. No tiene un talento natural para captar al momento una jugada de hockeyy eso hace que vuelva sientiéndose "yo, la peor de todas" de las clases y que analice si vale la pena seguir tratando o directamente se la lleva a diciembre.

Si no fuera que no lo creo intencional, diría que el objetivo de las clases de eduación física de la secundaria son que uno ODIE con toda su alma el deporte y no se le ocurra practicarlo nunca más en su vida. Si esa no es la meta, me parece que están mal planteadas.



Me despido en una pirueta :-)